
Regresa en mí el niño que fui,
abro los ojos de par en par
y renacen recuerdos en mi,
que imitan a un susurro de mar.
Lo vivido es agua pasada,
el tiempo es tan vivo, que muerde,
como un río de agua salada,
como el eco que nunca se pierde.
Tengo apenas las fuerzas para escribir,
mi pluma tiembla en la mano,
en los versos nunca suelo mentir,
pues con mis poemas nada gano.
Me arrodillo por momentos,
en acto de entrega y humildad,
me olvido de cargas y lamentos
y que el viento se lleve la ansiedad.
Todas las andanzas de entonces,
suben por la escalinata de la memoria,
los pasos resonando veloces,
y al raso aguarda toda mi historia.
J. Plou








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