Recuerdo a los hombres,
sobre el campo curvados
y aquellos animales,
tirando de los arados.
Recuerdo mares de trigo,
bajo el sol del verano,
y las mujeres cargando
sacos llenos de grano.
Todos aquellos labriegos,
de semblante bien curtido,
hembras de pecho caído,
firmes varones solitarios.
En el silencio de la mañana,
dormían los osos pardos,
la miés escondía la amapola,
y la flor blanca de los nardos.
Todo lo tengo presente,
van por mi sangre arando,
giran trillando en mi mente,
con mis versos recordando.
La parte tierna de mi verso
tiene gavillas y ganados,
porque aún ven mis ojos
la siega y los arados.
Conozco el dulce aroma,
de la huerta recien regada,
y el rumor de las acequias,
al pasar por la vaguada.
Recuerdo el lagar, de la viña,
del mosto fermentando,
y de los árboles frutales,
con sus frutos madurando.
Escribo en la tarde silenciosa,
sobre otro tiempo pasado,
ni lo escribo con la pluma,
ni abro surcos con mi arado.
J.Plou
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