Si vas al bosque, hallarás fuente clara,
que, al saciar tu sed, copiará tu cara.
Yo fui a la fuente, no tengo antojos,
de ver más fuente que tus dulces ojos;
sacian ellos mi sed; como un espejo
donde recojo luz y el alma dejo...
Escucharás, entonces, los latidos
de los árboles de troncos retorcidos;
o el rumor de una brisa acuosa,
que vuela como una mariposa...
Me basta oír tu voz; con su acento
de olas de mar y susurro de viento.
En tu mejilla rosa está el poniente
y en el blanco amanecer tu frente.
Hay allí noches profundas y tranquilas...
noches que están en tus pupilas.
Lo que se siente allí, no lo has sentido,
Que a tu lado el amor he presentido.
¡Ven! a ese bosque misterioso y quieto
quiero decirte al oído su secreto...
en él, como serpiente, está enredada
una gigante yedra enamorada...
Tú eres esa yedra majestuosa y fuerte:
¡deja que en ti me apoye hasta la muerte!.
J.Plou
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