¡Es hermosa! como un pulido diamante,
su pecho, donde todos vienen a llorar,
está hecho para que el poeta inspire amor.
Muda y eterna que en el desierto,
como una esfinge, reina sin trono;
conjura el amanecer del gallo;
odia el movimiento y la línea curva,
nunca llora ni sonríe por nada.
El poeta, ante sus actitudes,
consume sus días en austeros escritos;
porque para fascinar a este amante,
tiene espejos que embellecen todas las cosas:
¡Sus ojos, sus grandes ojos de luz eterna!
J.Plou
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