En un mundo de sombras y rencores,
donde el eco del miedo suena tan fuerte,
la esperanza es un faro,de múltiples colores,
un susurro tenue que desafía la muerte.
Bajo cielos grises, en tierras marchitas,
las almas buscan luz, refugio y sentido,
pues en cada corazón, aunque a veces malditas,
nace un ardor sutil, un deseo no extinguido.
Los tambores de guerra retumban en la bruma,
las fronteras se erigen, con gruesos muros,
pero si en el oriente más oscuro se reunen,
la esperanza florece y nos salvan de apuros.
Es un bien escaso, sí, lo sé, lo admito,
mas no hay laberinto que detenga su paso;
en cada mirada, en cada pequeño rito,
renace la fe, se eleva el abrazo.
Con manos entrelazadas, mejoremos el destino,
seamos puente en vez de murallas severas,
pues la esperanza es vida, es un canto divino,
que nos une en la lucha, y nos libra de las fieras.
En tiempos de conflicto, cuando el odio se alcanza,
recordemos que el amor es la mejor respuesta,
la esperanza es un fuego que nunca se cansa,
y en nuestras acciones, su esencia se manifiesta.
Así, en este poema, dejo claro mi deseo:
que la esperanza florezca en cada rincón,
que ante la adversidad, avancemos sin miedo,
y construyamos juntos un nuevo amanecer con razón.
J. Plou
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