
El campesino
ve encenderse el cielo,
al amanecer.
Llega con su arado
y empieza a remover
la tierra seca.
Y entre surco y surco, canta.
Al abrir el surco,
la tierra respira
y se queda quieta.
El campesino
sigue abriendo surcos,
¡pero no acaba nunca!
Y entre surco y surco, canta.
¡Pero no acaba nunca!
J. Plou
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