La clara noche, como la azucena,
refleja en tus ojos la dulzura
y una aurora nace de tu figura,
imitando la luz de luna llena.
¡Mi experiencia no es ajena,
a la ilusión de tu ternura,
que en mi alma inaugura;
una quietud viva y serena!
¡Ya los pasos se perdieron
en aquel tranquilo jardín de flores!
¡Oh amada floreciente y querida!
Cuando las noches íntimas se fueron,
se rindió la luz del alba a mis amores
y tus ojos brotaron en mi vida.
J. Plou
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