Si algo en estos versos tiene la eficacia
que da a las coronas una pulida gema,
con la misma gloria, tu dicha y tu gracia,
vivan en los versos de este poema.
El amor, que fue siempre tu dulce aliado,
te ordena, ¡oh, ventura!, celebrar así,
todas las cosas que en ti he adorado,
todas las veces que he llorado por tí.
Yo he preferído en mi condición de amante,
darte una vida de felicidad total,
con un amor que brilla como el diamante,
con la chispa sabrosa del grano de sal.
Nuestro amor sin sombras y sin desengaños,
algunos días al trasluz y otros con resplandor;
con tus primaveras cuentas ya setenta años,
Y esta es, sin lugar a dudas, la edad del amor...
Prosigue dichosa tu senda florida
y que el tiempo, fugaz como el viento,
componga el amable sueño de tu vida,
cada día y en cada momento.
J. Plou
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