
Son extrañamente hermosos todavía,
estos labios de hace muchos años
y me parece inédito el gesto de tu beso,
este estar aquí, cada vez más tranquilo,
con la serenidad de tenerte por cómplice,
de la vida y su rutina.
Hoy sabemos que entonces,
con tus veinte años y mi primer beso,
empezamos por ser sobre todo indecisos:
la tímida torpeza de la primera noche
y no saber como dejar las manos.
Ahora es extrañamente hermoso
estar contigo, por siempre,
y no sentir el peso de los años
aprendiendo contigo
y escribiendo en tu piel mi poesía.
Y tú reapareces inédita en tu gesto
para decirme que con el paso del tiempo
conoces todo mi cuerpo.
J. Plou
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