
El amor, esta herida que duele tanto,
me fatiga el alma de tanto soñar;
a veces produce risa, a veces llanto,
grito en el campo, aúllo en el mar.
Siempre va conmigo, a veces me atraganto
de noble desdicha sobre mis penas.
Cuanto más antigua la herida, más encanto...
¡ojalá siempre sangre por mis venas!...
Y como presiento que puede algún día
secarse esta fuente de melancolía
y que en un futuro recuerde mi llanto,
por no ser igual que toda la gente,
yo voy defendiendo románticamente:
¡Esta vieja herida... que me duele tanto!...
J. Plou
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