Largamente, hasta tu piel
se azula el mar ya desierto,
y la luna es de oro muerto
en la tarde color de miel.
Al soslayo de la luna
rauda mi mente trabaja,
susurrándote en voz baja
las poesías, una a una.
Y en lenta palpitación,
más grave ya con la sombra,
se alegra mi corazón.
J. Plou
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