
Yo le contaba historias inventadas,
de viajes que nunca sucedieron
y le susurraba al oído, cuánto la quería,
mientras, ella jugaba con sus anillos,
con luz en su mirada, tímida y nerviosa.
Ella me miraba apasionadamente
y se dejaba seducir por el efecto,
que producen los ojos al mirarse;
me confesaba que al llegar la noche,
me contaría su secreto.
Y yo le susurraba al oído,
que nunca dejaría de amarla,
que siempre la llevaría en mis venas;
y nos dábamos las manos con fuerza
y bajábamos la mirada con vergüenza,
nos besábamos y sonreíamos,
pero de eso hace ya, miles de años.
J. Plou
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