En el silencio de luna llena
en la noche de pompa soberana,
viene hasta mí, con su rubia melena
y su manto de púrpura galana,
el Hada de mis versos. Al oído
me dicta estrofas amorosamente,
y con beso de amor estremecido,
glorifica el cansancio de mi frente.
Nunca el alma me lleva al olvido;
recuerdo las horas pasadas,
en que yo de tu mano cogido,
crucé bahías y ensenadas.
Al verte llegar ante el lago,
de brillante plata y espuma,
entreabrían, con radiante halago,
los cisnes su excelente pluma.
En la linfa de azules cristales,
tu faz blanca y sonriente,
reflejaba sus luces triunfales,
de una estrella de Oriente.
Tu pupila brillaba, cual onda
de un mar de turquesa;
la cadena en garganta redonda
de nieve y de fresa.
Escuchabas la dulce sonata
de lánguidos trinos,
y te daba el rosal de escarlata,
perfumes divinos.
Recuerdo que solía
sentarme a tu lado
y rimas de amor te leía
de Bécquer y Machado.
Por tu tez encarnada,
una lágrima corría,
que con mi boca osada,
yo ansioso bebía.
J.Plou
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