Me dolían la nuca y las costillas
me pesaban las horas en el lecho,
al andar, me crujían las rodillas
y sentía angustia en mi pecho.
Te doy las gracias, porque hoy,
tus manos dan vida a mi gastada piel.
¡No me estoy extinguiendo! Vivo estoy,
con tus masajes y el ungüento aquel.
Tu amor, paciencia y generosidad,
han hecho que mi amor por ti,
dure una eternidad.
J.Plou
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