Todas las mañanas, corríamos.
Temblaba el mundo con nosotros.
cantaban los ruiseñores,
hablaban hasta los álamos;
rebosaba alegría la mañana.
Yo te decía: amor, escucha:
tienes unas manos para volar palomas,
tienes en los ojos dos azules perlas,
tienes una voz armoniosa.
Yo sólo tengo un corazón,
que sabe a fruta verde todavía,
un camino otoñalmente largo,
y una fuente dentro que mana amor.
Y tocaba tus dedos y te decía:
amor, escucha:
Esta piel, este verso,
mi alma entera son tuyos.
Y andábamos despacio bajo el día.
El campo olía a hierba verde con rocío
y una brizna de brisa los trigos movía.
Yo seguía diciendo:
Yo tengo, amor... Tú tienes (me decías),
tú me tienes a mí.
J.Plou
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