Cada día la estrecho en mis brazos,
la beso con mis ardientes labios;
la dejo que se duerma dulcemente,
y que despierte luego estremecida,
como en un hermoso sueño.
Ella de frente mirando al Cielo,
con los ojos entornados y su sonrisa,
delicada y trémula como una sonata.
la encuentro íntima, como una caricia,
ávido, sorbo la tarde y su hermosura;
la veo serena como el aire puro,
y acaricio con mis dedos su fino rostro.
Poca cosa hace falta a veces
para sentir la dicha:
una luz, una flor, una mano en la nuestra,
o un beso puro inmaterial y celeste.
J.Plou
No hay comentarios:
Publicar un comentario