
Tengo sueño pero no duermo.
Te miro, duermes a mi lado.
Ronroneas bajito y despiertas,
tus labios se abren en un bostezo.
Mis manos pasan por tu cuello.
No hablo, sigo acariciando tu cuello.
Te miro sin cansarme.
Tomo tu mano y acaricias mis dedos.
Comienzas a hablar un lenguaje
de gestos y suspiros.
Te mueves con un aire lento.
Te acaricio el rostro,
como si en él latiera mi corazón,
mientras tus azules ojos,
guardan la luz dentro de tu alma.
¡No te duermas!, me dices,
con una voz que viene de lejos;
y yo te lo prometo,
que no voy a dormirme
y aún cuando caes dormida,
te lo sigo prometiendo.
J. Plou
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