Una blanca flor, abre sus pétalos al
cielo
el viento desnuda las ramas de los
árboles.
El gallo me despierta de madrugada
el perro en el jardín le ladra a la
luna.
A estas horas hay nieblas
tempranas,
con color de duelo y un olor de
adelfa,
con árboles que lloran verdes
lágrimas;
ríos que descargan sus cristalinas
aguas,
entre viejos y entristecidos sauces.
Estas tardes de abril tan herméticas,
cerradas como el alma de hierro,
de un sutil y complicado poema:
donde el lobo no tiene madriguera,
ni los caminos tienen larga vida,
ni las colinas una altura lógica.
El mundo ya está tan viejo...
tan viejo y tan desgastado,
que una ligera tormenta,
nos arrastra con su fuerza.
El mundo es tan pequeño
que una pequeña nube,
nos descubre los misterios.
Y la escondida flor,
a orillas del estanque,
nos unge el corazón,
con su ingenuo saludo.
El mundo es tan desconocido,
que deja nuestros ojos ciegos,
a la luz del lejano horizonte.
Ya no existen los libros de amor,
ya no hay exactitudes para amar,
ni elixires que nos limpien el alma.
Hay países ignorados,
fronteras con alambre,
grandes pistas sin pastos
y una inmensa geografía,
de mentes primitivas;
¡sólo una blanca flor ,
con el alba, renace...!
J.Plou
No hay comentarios:
Publicar un comentario