L A MONTAÑA.
Negras rocas, prados de heno
de eterna y espesa verdura.
blanca nieve en la altura.
a lo lejos un rayo y un trueno.
De pinos, fresnos y nogales
están llenas las colinas,
alondras y golondrinas
Cantando entre trigales.
El húmedo viento azota,
cuando del Nordeste corre,
cruje la cruz de una torre
o alguna ventana rota.
Escaso de agua en estío.
como trasparente plata.
entre guijarros desata
sus puras ondas el río.
Y a la tarde, una neblina
sobre su lecho se mece,
que negro manto parece
de enlutada y triste cortina.
Allá á lo lejos, tranquilo
pasta el buey la hierba verde,
y cada vez que la muerde
sonoro vibra el esquilo.
Mientras los aires inquieta
por el vecino sendero.
chirriando, el eje grosero
De la pesada carreta,
O el grito agudo, estridente.
del pastor de la manada,
que en la hondonada
repite el eco doliente...
Aquí vivo con mi fe
y mi pensamiento a solas,
libre y lejos de las olas
del mar en que naufragué;
y a través del espeso tul,
que entre las brumas se pierde.
Miro abajo... ¡todo verde!
Miro arriba... ¡todo azul!
J.Plou
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