¡Vienes sonriendo a mí
tus claros ojos en que el cielo anida!...
¡No dejes de mirarme así!
Predestinada a consolar naciste
de mi cuerpo mitigas el dolor...
¡Ven, que mi pecho solitario y triste
rebosa para tí de amor.
Sabes de mi vida un estéril yermo
y tu, un oasis regalado,
donde mi corazón enfermo
se sacia de ternura.
Al dulce amparo,
de tu sombra en paz.
J.Plou
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