
CICLOS DEL SER
Hoy es el porvenir de ayer,
un laberinto de ecos y sombras,
donde el tiempo, tiene el poder,
y cambia sueños por penumbras.
El que aguarda con ansias y anhelo,
no tiene esperanza sino desventuras;
¿de qué sirve el iris de paz en el cielo,
si una nube gigante lnos deja a oscuras?
Flores que lucen como el jazmín,
sobre tallos frágiles, caen sus hojas;
¿de qué vale su brillar en el jardín
si el viento las hace flojas y añojas?
Ah, ni el iris fulgente, ni flores en danza,
ni el amor eterno deben tener mañana…
El anciano recuerda con esperanza,
el joven su niñez, su edad temprana.
Las largas horas, se hacen días,
los años, siglos, rodando en destrucción;
los templos de gloria que ayer veías,
hoy son ruinas que no tienen solución.
¿De qué sirve la luz si de noche no alumbra,
y la calma se quiebra en la tempestad?
Cuando la luna brota en la penumbra,
el viento trae ecos de amores en soledad.
Una voz suspira en el aire envenenado,
el joven, en su lecho, reflexiona y se agita;
sus lágrimas caen, como lluvia en el prado,
y la voz de un recuerdo su corazón imita.
Ayer anidaba la esperanza brillante,
hoy solo un eco perdido en el viento.
¿No será eterno el amor de un instante,
si cada risa engendra un lamento?
¡Ah! ¿Por qué tantos días la vida guarda,
si solo bastaría con un fugaz momento?
Si la eternidad tiene la noche encadenada,
no habría dolor ni temor en el viento.
J. Plou
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