Esa brillante luna, que vi de niño
rodar entre el verdor de la alameda;
El primer poema escrito con cariño,
al amor primero del que nada queda.
Sueños de gloria y esperanza cierta,
mirando el futuro con fantasía
y entrando en el mundo por la puerta
grande, con ilusión y alegría.
Tuve entonces una turbia serenidad,
en tiempo la perdí para fortuna mía,
nada más llegar a la ciudad,
que la encontraba hermosa pero fría.
Todo el candor que me dio la vida,
toda la fuerza que me dio el dolor,
todo es ahora esperiencia vivida,
y afortunado soy con mi único amor.
J. Plou
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