José Plou (2024)
El contenido de esta antología, es un resumen de los poemas que he escrito durante el año 2024, han sido tantos, que he tenido que elegir los que más me han gustado.
La clara noche, como la azucena,
refleja en tus ojos la dulzura
y una aurora nace de tu figura,
imitando la luz de luna llena.
¡Mi experiencia no es ajena,
a la ilusión de tu ternura,
que en mi alma inaugura;
una quietud viva y serena!
¡Ya los pasos se perdieron
en aquel tranquilo jardín de flores!
¡Oh amada floreciente y querida!
Cuando las noches íntimas se fueron,
se rindió la luz del alba a mis amores
y tus ojos brotaron en mi vida.
J. Plou
Mientras de esperanza vivo,
mi corazón contigo se purifica,
ese es el principal motivo,
porque el amor se multiplica.
Una estrella hacia ti me ha conducido,
cuando el silencio de la noche amplifica,
pues de ti, las luces íntimas explica,
esta pasión, que por ti he sentido.
Mi alma te construye entre azucenas,
sobre el paisaje que la brisa quiere,
donde los aires tiemblan en tu ensueño.
El amor vivo, fluye por mis venas
y toda mi nostalgia te prefiere.
Las azucenas son las flores de mi sueño.
J. Plou
¿Recuerdas el color de la primera luz?
Mira que en el bosque más oscuro
en un momento, avisa y mientras sale,
forma la claridad; así comienza el día.
Así también, contigo, cobran las cosas
un indefinido afán por empezar de nuevo,
por ser tu compañía cuando la luz aparezca.
Y no es como el mecanismo oxidado
de un vagón de la mina que se mueve,
ni el ruido de las veletas;
¡no! en todas las historias,
el tiempo necesita la nostalgia.
Pero tiene la luz recuerdos nuestros.
bajarán a la memoria los días y las noches,
¿Qué haremos nosotros
ahora que estrenamos calendario,
sin un apunte que llevarse a sus láminas?
¿Qué podemos hacer con lo que no recordamos?
J. Plou
Se descalzan los días para pasar de largo,
sin que nos demos cuenta.
Son casi despedidas, casi encuentros
de cuerpos que se miran y que aplazan la cita.
Aunque detrás, suelen quedarnos huellas
que no son los recuerdos.
De aquellos días yo recuerdo,
ser el hombre que venía a desearte,
a caminar contigo.
Porque de ti me hablaban los árboles,
moviendo sus frágiles ramas.
Con aquel cielo corrido,
yo buscaba la luz con que el amor
se reflejaba en tus azules ojos.
Envejecemos, o es acaso que el tiempo,
se descalza para no molestarnos.
o quizás el deseo que camina,
todavía descalzo...
J. Plou
El amor, esta herida que duele tanto,
me fatiga el alma de tanto soñar;
a veces produce risa, a veces llanto,
grito en el campo, aúllo en el mar.
Siempre va conmigo, a veces me atraganto
de noble desdicha sobre mis penas.
Cuanto más antigua la herida, más encanto...
¡ojalá siempre sangre por mis venas!...
Y como presiento que puede algún día
secarse esta fuente de melancolía
y que en un futuro recuerde mi llanto,
por no ser igual que toda la gente,
yo voy defendiendo románticamente:
¡Esta vieja herida... que me duele tanto!...
J. Plou
Nos amábamos en la oscuridad,
nuestros cuerpos parecían fantasmas.
Nos amábamos y en el cuarto,
los vestidos vacíos eran como los árboles
desnudos del jardín en un día de otoño.
Pero nos amábamos procurando
que nada separase nuestros cuerpos.
No hacía falta hablar. Lo habíamos dicho todo.
Sólo los ojos parpadeaban a veces
sin luz, buscando los contornos
del otro cuerpo amado. y luego
nos estrechábamos de nuevo
y se enlazaban nuestros labios ansiosos
buscando la carne y el cuerpo no quería
perder el otro cuerpo. Y el tiempo aceleraba
el corazón y se oía una música lejana.
Nos amábamos. Inventábamos la razón de existir.
Nuestras bocas respiraban con el nuevo compás
y las manos yacían, ya agotadas, sobre el cuerpo.
Fuera quedaba todo. La vida era el amor.
Lo real era el cuarto, con sus lámparas a media luz,
al fondo, un espejo, un viejo reloj
que marcaba siempre la hora de llegar.
Nos amábamos. Todo estaba muy claro.
Sobre todo, nos seguíamos amando.
J. Plou
Es difícil decirlo, lo sé con certeza.
las palabras se han quedado colgando:
sonámbulas, inútiles, aisladas y perfectas.
Es difícil decirlo, sin morderse la lengua,
A veces extenderse es tocar un punto que arde,
o un conjunto que interpreta la música,
sonando eternamente a tu manera.
Es difícil decirlo, tu pulso original,
es un acantilado de ternura,
un punto de partida donde empieza el amor.
J. Plou
Tengo un lugar hermoso,
que cuando vengo cansado,
es un sereno reposo.
¡Tengo un lugar!
Tengo una estrella de mil colores,
en el alma me brinda la sonata más bella,
en la noche cuando sufro dolores,
¡Tengo una estrella!
Tengo un blog donde escribo,
para las redes, que me consuela,
la nostalgia del recuerdo vivo,
¡Tengo un blog!
Tengo una amada, hermosa y buena,
que canta, la canción mil veces escuchada
del amor, y que suaviza mi pena...
¡Tengo una amada!
J. Plou
Me daba miedo las noches de invierno,
con aquellas calles largas y oscuras;
desiertas por el cierzo y los fantasmas;
¿Era yo aquél, aquel de por entonces?
No me recuerdo bien. No tengo pruebas.
Era en la posguerra. Mucha gente
no vivía bien, seguro, pero aquel tiempo,
para los niños era hermoso,
y aunque la vida iba mejorando,
había tantos sueños rotos:
ya se soñaba con viajar a la luna;
inventar pan para que no haya pobres,
aquel tiempo influyó en lo que somos.
como era el campo, y aquel cielo.
Quiero acordarme, pero hace tanto tiempo,
en la casa, acabada la cena,
todos bien avenidos gastaban bromas,
y a falta de guitarra, con la sartén,
tocaban seguidillas y jotas,
a la luz de los candiles;
y luego como no se cabía,
nos acostaban en la cabecera
y en los pies de la cama.
Contaba mi abuelo,
que después de la guerra,
el cielo no estaba ya claro.
la gente se hizo dura,
y los niños de repente crecimos,
fuimos otros, nos perdimos
igual que se perdieron
tantas y tantas cosas.
J. Plou
Me da miedo el Shambhala,
porque es una atracción,
que va como una bala
y te acelera el corazón.
El espectáculo del oeste,
es la mar de divertido,
no creo que te indigeste,
¡para mí es el preferido!.
En la estación del norte,
sale el tren de vapor,
como medio de transporte,
que no tiene acomodador.
En el templo de fuego,
pasarás mucha calor,
aunque verás que luego,
se sale mucho mejor.
Al hurakan kondor,
no volveré a subir,
hay que tener valor,
para volver a repetir.
Y si es el tren de la mina,
tal como se mueve,
es todo una ruina,
cualquiera se atreve.
En la estampida,
si no vas bien atado,
sufrirás una caída,
y quedarás desparramado.
J. Plou
Hay días silenciosos, de calma,
hay días enigmáticos, sinceros
hay días que purifican el alma,
hay días de amores verdaderos.
Hay días que calcinan y que hieren,
hay días que arrebatan los sentidos,
hay días misteriosos que sugieren,
mil sueños errantes y perdidos.
Hay días problemáticos de comedia,
en una clave que nadie ha descifrado,
hay días que engendran la tragedia,
cuantas rosas se habrán deshojado.
Hay días de angustiosas tardes,
en que andamos inseguros,
hay días traicioneros y cobardes,
hay días maldecidos con conjuros.
Hay días que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú conoces bien los besos míos,
yo los he inventado, para tu boca.
¿Te acuerdas del primero...? sensible;
cubrió tu cara de sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
se llenaron de lágrimas mis ojos.
Yo te enseñé a besar con besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
J. Plou
Si hablo de ti, hija mía
al acabar este verso.
El infinito universo
No me lo permitiría.
Es tu rostro el que percibo
en cada letra que trazo.
Y como un loco me abrazo,
al teclado en donde escribo.
No dejaré de quererte,
Hija mía, te lo juro.
por ti salto los muros,
por ti cruzo los puentes.
Para eso beso tu frente,
para eso pienso en el futuro.
J. Plou
Cuando me ves así, con la mirada turbia,
que no paro de mirarte,
es que al oírte hablar pienso en la lluvia,
sin dejar de escucharte.
Porque tu voz, es como el agua clara,
que rumorea el amor,
y pensando que si la lluvia sonàra,
te escucharía mejor.
Cuando me ves así, con gesto risueño,
y parece que miro sin verte,
es que a través de ti miro a mi sueño,
sin dejar de quererte.
En tu transparencia creo,
como milagroso tul,
porque con mis ojos veo,
todo de color azul.
J. Plou
Anoche soñé contigo, vida mía,
escribiendo quizás buscaba
la palabra para decir que te amaba.
Escribía, pero no se lo que escribía.
De pronto, sentí en mi cuello,
como se posaba dulcemente,
tu blanca mano sobre mi frente,
y resbalar una trenza de cabello.
Sentí sobre mis labios,
el soplo de un aliento blando,
abrí los ojos y encontré los tuyos
que me estaban mirando.
Pero estabas tan cerca que sentía
un muy plácido desmayo,
que como la luz de un rayo,
entraba tu alma hasta la mía.
Después, en mi frente,
un beso imprimiste,
y con dulce sonrisa me dijiste:
¡Me escribes y estás triste!
¿no sabes que eternamente,
siempre estaré contigo?
J. Plou
Cómo reluce tu cara blanca y tranquila
bajo el dosel de tu melena rubia.
¡Qué abismo tan profundo es tu pupila!
azulada y clara como la lluvia.
El fulgor soñoliento que destella,
tu cara con tanta blancura,
es como la mirada de una estrella,
en una noche oscura.
Tu rojo labio en que el mio se sacia,
con su rica miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelado con tanta gracia,
que parece llamarme para el beso.
Tu voz a veces aguda, a veces grave,
cuando suena, llena de gratitud mi oído,
como el trino arrullador de un ave,
al sol naciente que ilumina el nido.
J. Plou
Yo soy un fingidor.
Finjo hasta el pensamiento
y hasta finjo el dolor,
el dolor que de verdad siento.
Y quienes leen lo que escribo,
sienten, en el dolor leído,
no el dolor que yo vivo,
sino aquél que no han tenido.
Y así voy por mi camino,
distrayendo a la razón,
de ese miembro divino,
que se llama corazón.
J. Plou
Luché contra el sueño y la fatiga,
contra la ira sin fin y el desarraigo.
Escudriñé, escarbé sin ninguna duda,
entre mi débil memoria para recordar,
un solitario día, apenas un instante
en que pude decir: siempre te amaré.
Tu latido es el mío. Allí donde comienza
ese deseo intenso al que nombramos vida,
allí, resplandeciendo en los días distintos,
en la ardiente espesura de mi asombro,
con el sí, con el no del abismo o la suerte,
silenciosa me esperabas como el árbol,
que sostiene esa fruta de la esperanza.
Mi mirada te invoca en el presente,
en el rumbo de cualquier lejanía,
de ese mar que me canta y me seduce,
con los ojos vehementes del relámpago.
Eres sed del edén que yo percibo
y, en los acordes de tu voz perenne,
permaneces con la música aterida
a mi alma y a mis venas.
J. Plou
Vas cosiendo lentamente,
los hilos en tus manos se trenzan.
Te miro y voy sintiendo un sobresalto
en la sangre. Te estoy hablando
sin mover los labios, con voz suave,
como siempre me aconsejas,
¡No hables tan fuerte! me dices,
como si no existieran las palabras.
Es un silencio iluminado,
el que a veces escucho.
Tus manos prosiguen
pespuntando los sueños,
la esperanza se viste,
con tu vieja chaqueta.
Apenas una leve
mirada y nos hallamos
igual que el primer día:
Sigue el amor...
J. Plou
Son extrañamente hermosos todavía,
estos labios de hace muchos años
y me parece inédito el gesto de tu beso,
este estar aquí, cada vez más tranquilo,
con la serenidad de tenerte por cómplice,
de la vida y su rutina.
Hoy sabemos que entonces,
con tus veinte años y mi primer beso,
empezamos por ser sobre todo indecisos:
la tímida torpeza de la primera noche
y no saber como dejar las manos.
Ahora es extrañamente hermoso
estar contigo, por siempre,
y no sentir el peso de los años
aprendiendo contigo
y escribiendo en tu piel mi poesía.
Y tú reapareces inédita en tu gesto
para decirme que con el paso del tiempo
conoces todo mi cuerpo.
J. Plou
Atardecer. Llueve en las colinas vacías del desierto.
Cal y roca y olor a tierra mojada
después de un árido verano.
Se despierta en mí el deseo
de ser lo que sería de no haber sabido lo que es sabido.
Debe ser anterior al conocimiento.
Como las colinas. Como una piedra en la superficie
de la luna. Inerte, silencioso y seguro
de que estaré tiempo en exposición.
J. Plou
La poesía, se ha de tomar cada día,
como el jarabe, cada ocho horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también te cura de crisis filosófica.
Un papel con un poema en el bolsillo,
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para enamorar a quien se ama,
para viajar sin moverse de casa.
Se puede leer a los niños
cuando aún no se han dormido.
Pon un folio con un poema,
debajo de la almohada
y verás lo que quieras ver.
Llevala siempre en el bolsillo,
es el mejor antídoto si se lee,
en dosis precisas y controladas.
J. Plou
Lo que vemos puede no ser real,
sino un espejismo o un sueño,
de nuestra utópica felicidad.
Porque aún cuando no estás, te veo
y a veces no te veo y estás.
Porque mis ojos te buscan
y no te encuentran.
En sueños me mimas,
son precisamente tus caricias
las que me hacen revivir.
Tus palabras no dichas,
tus susurros, me hacen pensar,
si los días que pasamos juntos,
son sueños de mi utópica felicidad…
J. Plou
No sé porqué,
pero últimamente,
las ideas me vienen
en mi paseo diario.
Me voy de vuelta a casa,
tampoco sé si es el frío
de este maldito otoño,
que acaba de venir
o si es que tengo prisa
para no olvidar,
los versos que enlazo
a cada paso.
El caso es que cada día,
arriesgo más para llegar
a escribir de una vez,
los pensamientos.
Sigo andando con este frío,
pensando en los versos.
El otoño se me ha colado
en los huesos.
J. Plou
Intento depurar la esencia de los poemas,
adaptando los decisivos momentos,
ensayando nuevas formas, nuevos temas,
escribiendo de mi mismo, fragmentos.
Es difícil elegir siquiera una palabra apenas,
entre tantas como tenemos en mente,
dejando de lado aquellas que te son ajenas;
el poema tiene que ser valiente.
Hay que averiguar cada sonido verso a verso
como la repetitiva cantinela,
que aprendimos en la escuela.
La Poesía quizás con todo esto se hace,
es como un ser vivo con conocimiento
y cuando llega el momento... ¡Ella nace!
J. Plou
El verso debe de ser profundo,
que no sea algo que pase volando;
que invente un nuevo mundo
y al alma la deje temblando.
¡Poetas! Por qué cantáis a las flores,
hacerlas florecer en el poema,
la verdad debe ser nuestro lema,
en temas de justicia y de amores.
Que la poesía sea nuestra fuerza,
"el poeta es como un pequeño Dios
que el vigor lo tiene en la cabeza".
J. Plou
El campesino
ve encenderse el cielo,
al amanecer.
Llega con su arado
y empieza a remover
la tierra seca.
Y entre surco y surco, canta.
Al abrir el surco,
la tierra respira
y se queda quieta.
El campesino
sigue abriendo surcos,
¡pero no acaba nunca!
Y entre surco y surco, canta.
¡Pero no acaba nunca!
J. Plou
La vida es como un laberinto,
donde un día entramos confiados;
un laberinto interminable que sólo acaba
cuando los ojos desencajados,
creen haber encontrado el fin
y una luz de esperanza,
se enciende en las pupilas.
La vida es como un laberinto,
y yo voy por el atajo,
que estrecha mi camino,
ante paredes gigantes me detengo
y escribo con las uñas mi destino
Y en primavera me diluyo en el aire.
A veces pasan por mi mismo camino,
amigos o enemigos que se cruzan,
que pasan ocultando sus virtudes
o presumiendo de sus pecados.
Y amé a las amigas que pasaban,
amé la altivez escarlata de sus labios,
la mirada de unos azules ojos.
La vida es como un laberinto,
donde al alba resuenan lejanas melodías,
hay días en que el laberinto se hace pequeño
y débil como el nácar de las caracolas
y es tan dulce pasear esos días,
por los senderos íntimos,
por las sonantes encrucijadas,
pero hay que seguir caminando,
porque la vida es como un laberinto,
donde sopla furioso un viento gris,
que roe nuestras carnes,
y hasta las mismas estrellas
derraman gota a gota su sensualidad.
J. Plou
Las grises nubes de este ruidoso otoño,
van anegando las cosas con vaga humareda
y va encendiendo la hoguera del deseo,
para mantener viva la llama del amor.
Escribiré: que vivo para ti, que defiendo,
contra las llamas trémulas todo tu cuerpo,
que lucho en el otoño de vientos desolados
y en sus noches grises, te reclamo en sueños.
Escribiré: que fuiste mía este otoño
de estrellas delirantes y crepúsculos vagos,
que llenaste mis labios con tu fuego,
que cesó mi tristeza y ahora canto.
Porque nada resiste la invasión del amor,
cuando llega a mi alma el olor de otoño.
Todo mal, se fuga de mi vida.
J. Plou
Como todos los jóvenes, yo he buscado
esa luz inquietante que brilla en la aventura.
Como todos los jóvenes, me he arrastrado
por el fango celeste de la vida nocturna.
El alcohol que seduce y los cuerpos que embriagan
Todo cansa y aburre. Las manzanas mordidas
dejan el gusto amargo, como una falsa promesa:
En principio te seduce y de pronto no es nada.
Consumar un deseo es como dar un beso al aire.
Como todos los jóvenes, he apostado al diablo
supongo que he perdido la inocencia y la Gloria,
pero nunca he creído en el Infierno.
Y ahora, se acabaron las pasiones.
Porque todo es un lento bostezo.
Y ya ni siquiera lo intento.
J. Plou
Cuando ya nada pido
y casi nada espero
y apenas doy nada
es cuando más te quiero.
Basta que estés,
que te pueda ver
para saber quién soy
y conocer quién eres
para saberme tuyo
y saberte mía,
porque eres la mejor,
entre todas las mujeres.
J. Plou
Este otoño que tanto te quiero
te regalo la lluvia.
la lluvia es, compañía,
es lagrimeo sobre el paisaje,
es la caricia que hace temblar el suelo,
es la húmedad que nos trae olores.
Extensa, repentina, camino del invierno
y porque en ella yo me siento tan dulce,
como me siento contigo...
De todo lo que nos hace vivir,
nada más compasivo que la lluvia,
y nada tan frágil y a la vez tan cruel,
muchas veces me empapa de nostalgia
y me hace nudos que escuecen al tragar.
Será porque la lluvia nos ha mojado juntos,
y cuando llueva, cada gota en tu cuerpo,
será un beso y en el mío un "te quiero".
J. Plou
Al despuntar la mañana,
una noche por sorpresa
y en fecha ya muy lejana
nací en Cariñena...,
hermosa villa aragonesa.
Yo no sé cómo nací;
no recuerdo la postura,
porque yo no me fijé;
pero la gente asegura,
que yo he nacido de pie.
J. Plou
Yo le contaba historias inventadas,
de viajes que nunca sucedieron
y le susurraba al oído, cuánto la quería,
mientras, ella jugaba con sus anillos,
con luz en su mirada, tímida y nerviosa.
Ella me miraba apasionadamente
y se dejaba seducir por el efecto,
que producen los ojos al mirarse;
me confesaba que al llegar la noche,
me contaría su secreto.
Y yo le susurraba al oído,
que nunca dejaría de amarla,
que siempre la llevaría en mis venas;
y nos dábamos la manos con fuerza
y bajábamos la mirada con vergüenza,
nos besábamos y sonreíamos,
pero de eso hace ya, miles de años.
J. Plou
Tengo sueño pero no duermo.
Te miro, duermes a mi lado.
Ronroneas bajito y despiertas,
tus labios se abren en un bostezo.
Mis manos pasan por tu cuello.
No hablo, sigo acariciando tu cuello.
Te miro sin cansarme.
Tomo tu mano y acaricias mis dedos.
Comienzas a hablar un lenguaje
de gestos y suspiros.
Te mueves con un aire lento.
Te acaricio el rostro,
como si en él latiera mi corazón,
mientras tus azules ojos,
guardan la luz dentro de tu alma.
¡No te duermas!, me dices,
con una voz que viene de lejos;
y yo te lo prometo,
que no voy a dormirme
y aún cuando caes dormida,
te lo sigo prometiendo.
J. Plou
Yo, amo el amor,
la vida, el campo,
el paisaje celeste,
de los días de mayo.
Mi sangre bulle,
mi corazón late
y me lloran los ojos
cuando me río...
El mundo es bello
y la poesía es mi vida.
Mis venas no llevan mi sangre,
sino la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
por el amor de las cosas,
por el paisaje y el pan.
¡Mi poesía es de todos...!
J. Plou
A solas con tu amor....
Octubre junto al río reflejaba
la tenue luz de la tarde,
y aquella luna iba subiendo, clara,
ahuyentando la negrura de la sombra.
Yo iba perdido, náufrago de deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo,
que ahogaba la voz en mi garganta.
A solas con tu amor.....
El río, dulcemente callaba sus rumores,
al pasar por nosotros y el aire estremecido,
apenas se atrevía a mover las hojas de la orilla.
Se oía, dulce como el vuelo de una mariposa,
al rozar con sus alas una estrella perdida,
o el choque de mis labios bebiendo en los tuyos.
La noche se llenaba con el olor de las flores
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, como un beso lejano, el río suspiraba.....
A solas con tu amor...
J. Plou
Un poco de cielo reflejado en el lago,
donde pesco estrellas con caña de bambú,
y en el parque, como íntimo halago,
la noche me mira como miras tú.
Florece en los lirios de mi poesía
la blanca luna que sale del mar,
y en mi delirio de tierna melodía,
me infunde congoja de amar.
Los dulces suspiros de tu alma,
le dan a la mía celeste ascensión.
Y mis manos llenas de tu corazón.
J. Plou
Largamente, hasta tu piel
se azula el mar ya desierto,
y la luna es de oro muerto
en la tarde color de miel.
Al soslayo de la luna
rauda mi mente trabaja,
susurrándote en voz baja
las poesías, una a una.
Y en lenta palpitación,
más grave ya con la sombra,
se alegra mi corazón.
J. Plou
Un poema con prisas escrito,
no tiene nunca su eficacia,
aunque pueda caer en gracia,
yo mientras puedo lo evito.
Un poema sobre la gente,
no tiene buena prensa,
si dice lo que se piensa,
te mojas completamente.
Un poema sobre el amor,
tiene que ser muy tierno,
para que se haga eterno,
y se recuerde al autor.
Para evitar un problema,
escribiré de nuevo,
un simple poema.
J. Plou
Tengo, de día, las ventanas abiertas,
corridas las cortinas del comedor,
respirando un aire con olor de violetas,
y escribiendo lo que inspira el amor…
Bebo agua pura, en un vaso profundo
creo que mi vida es de lo más normal,
pienso si tendrá remedio este mundo,
porque nada cambia y todo sigue igual.
Me siento, ¡al fin!, maduro, para ver las cosas,
tal como son: el pan pan y el vino vino...
Soy feliz simplemente: deshojando unas rosas,
o grabando, con el dedo, tu nombre en el espejo...
J. Plou
Sintiendo que en mi alma valiente
la ternura romántica me aqueja,
voy a besar la luna que se refleja,
sobre el agua clara de la fuente.
Mas cuando hacia la luna reluciente
mi mustio labio se inclina,
oigo como una voz divina,
de alguien que habita en el ambiente.
Y al pensar que tu espíritu me asiste,
vuelvo los ojos al horizonte triste;
¡y no veo a nadie!... Sólo el ocaso de rosa.
Mas, ¡ay!, que entre la tímida visión,
inclinada hacia tí, con pasión,
suspira una alma temblorosa.
J. Plou
Llega la noche y a mi me da por pensar.
Mis versos, no hacen peso en la balanza
contra el horror tan denso de este mundo.
Cuántos desastres ya he sobrevivido,
cuántos inocentes muertos, cuánto dolor
en las noches profundas de bombardeos.
¡Y yo qué hago y yo qué puedo hacer!
Me duele tanto el sufrimiento de otros,
intento denunciarlo con estos versos
que no leerán los aludidos,
los muertos ni los pobres,
¿Que Dios, puede mostrarse indiferente
a esta guerra, a esta invasión del infierno?
Y dónde yace la esperanza,
cuando llegará el día que sepulte,
esta noche interminable.
J. Plou
Yo te he visto, en actitud negativa,
cuando la oscura noche empieza,
doblar como el girasol la cabeza,
esa cabeza adorable y pensativa.
Y entonces, más que nunca, atractiva
se ha mostrado a mis ojos tu belleza,
como en un claro asomo de tristeza
con palidez que me encanta y cautiva.
Y es que tu corazón, antes dormido
el ave del amor se ha conmovido
y entona un dulcísimo cantar.
Y al escucharle, siento tanta ternura,
languidece en sueños tu hermosura
¡Como un suave amanecer en el mar!
J. Plou
Hay poemas que me llenan de nostalgia
del hermoso cuerpo que abracé otro tiempo
y que aún aviva en mi memoria, inerme,
de tantos y tantos abrazos y besos.
En otros poemas, aún resuenan,
las cuentas del azar que fue mi vida
y dejan sus sonidos en la mente,
las huellas de aquel paso de la gloria.
Palabras son, pero que así me llevan
de nuevo hasta tus manos o tus labios,
de nuevo a tu cintura en donde siguen
mis sueños aferrándose...
Palabras venturosas de los versos:
vibrad ahora y espantad las penas;
traedme hasta esta alcoba de mi casa
el resplandor de aquellos días celestes.
J. Plou
Si hay algo que quisiera decir,
antes de que se me olvide,
es que amo... profundamente...
el olor de tu cuerpo recién amado;
el brillo de tu pelo y tus gestos.
Si hay algo que quisiera escribir,
es que soy un músico fracasado.
Sin embargo, la sonrisa de tu cara,
es canción en cuerdas de acero,
como música celestial...
Pero hay, hay algo que quisiera decir
y es, que amo... profundamente...
el olor de tu cuerpo recién amado.
J. Plou
Si a veces me ves pensativo,
cuando estoy a tu lado, amada mía,
es porque veo en tus ojos la armonía
de un mirar tan dulce y expresivo.
Y eres tan mía entonces, que me privo
hasta de oír tu voz, porque creería
que rompiendo el silencio, se desprendería
mi ser del tuyo, cuando en tu alma vivo.
¡Y estás tan bella; mi placer es tanto,
es tan completo que cuando así te miro;
siento en mi corazón dulce encanto,
que me parece, a veces, que te admiro
como una visión, un sueño santo
que puede desvanecerse si respiro!
J. Plou
Yo corría como el viento para hablarte.
Al no verte, abrí paso al poema.
Te busqué en los castillos donde mora el alma,
por todos los rincones de tu reino interior,
fuera de los sueños, en los bosques,
dormida, a la orilla del río,
preguntando a los espejos del agua,
me hacían dudar si te amaba o me amabas.
Quise entrar a galope en tu cuerpo,
subir por tus caderas a dominar lo alto;
frenar mis sueños, como el mar que se alza
y relincha en los riscos, a tus pies, y se estrella.
Así cada mañana con tu luz entreabierta,
se despereza el alba, se apaga el sol,
esperando que abras los párpados
y amanezca y, mirándote, suba el día a lo alto.
Si cerrases los ojos el sol se apagaría.
La cima del monte al amanecer
en tinieblas heladas y tercas quedaría,
aunque el sol y las otras estrellas
pasen la noche brillando inútilmente.
J. Plou
Sentado al borde de la cama,
como si fuera al borde del abismo,
miro el suelo que me espera.
Lo toco con la punta del pie,
como se toca el agua de un estanque;
lo siento helado, frágil y plagado de nudos,
como la mano de un viejo con artritis.
Doy mis primeros pasos sobre la alfombra.
Camino hacia el espejo del armario,
miro mi palidez, mi cabello revuelto,
las profundas cuencas de los ojos.
Huele a flor de naranjo el aire del día.
El cielo, de un milagroso azul doliente,
se recorta detrás de los tejados.
La calle es un largo delirio hacia el futuro.
La casa, un globo frente a una espina.
J. Plou
Alegre amada mía, cuando llegas
se me llena el corazón de mariposas,
de puras palabras cariñosas,
del fondo de ojos que me entregas.
Con tu bella sonrisa me camelas,
mis poemas preferidos los rebosas,
llenando mi lamento con las rosas
recientes del amor que me revelas.
¡Qué feliz queda mi alma cuando siente
crecer tu corazón! ¡Qué al mío apuras,
por tu encanto recatado!
¡Qué feliz cuando te dispones tiernamente,
a calmar mis amarguras!
¡Qué gozo estar contento y conquistado!
J. Plou
Yo venía de otro lugar,
ella estaba allí con su silencio,
algunos rastros que la vida deja.
A veces me miraba y sonreía
y yo quería escribirle un poema,
que estuviera con ella para siempre.
Era junio y la dicha existía en ella
que no conocía mis defectos;
que ignoraba mis dudas y mis miedos,
que creía que por fin había encontrado
un amor irrepetible.
Y no había sentido nunca que el amor,
alguna vez igual que un vaso,
podía resquebrajarse
y dejar escapar toda el agua.
¿Cuánto tiempo puede un corazón vivir sin agua?
Casi medio siglo ha pasado,
No hablo como quien lo ha perdido todo
tampoco como el que todo lo ha ganado.
Esa mujer está conmigo,
me ha conocido dudoso
y decidido fuerte y cobarde.
Ha pernoctado en todos los huecos de mi pecho,
ha curado mis íntimas heridas,
sabe de casi todos mis insomnios,
juntos tenemos sueños,
que pueden compartirse.
Escribo estas palabras mientras duerme,
ambos estamos en el mismo lecho,
respirando al unísono
y no sabemos cuál será el final
de este poema...
J. Plou
El ventilador no deja de girar.
A estas horas de la tarde puedo estar triste
y ser feliz.
Ser y estar. Esto es imposible en otras lenguas.
Es el principio del otoño y es sábado.
No hay noticias en la tele, ni hacen falta
para enterarse de todos esos accidentes,
de todas esas mentiras con las te resignas a vivir.
En el escaparate de la memoria hay tan pocas cosas.
También con la poca luz de la ventana,
pronto despertaré en la sofocante noche.
La sed es lo primero que me pone en guardia.
A estas alturas, el dolor de cabeza es lo de menos,
puedo ser feliz, está claro.
La inútil obstinación del ventilador me lo recuerda.
J. Plou
Se acabó el verano de tristes despedidas,
fue el verano más largo en años,
los días se paraban y volvían a empezar,
las flores caían sobre el pavimento
y se ahogaban en su propio jugo de calor,
ha sido un verano triste a pesar de tanto sol,
se hacía más profundo el silencio de las siestas
y cuando por fin llegaba la noche,
esta tos, duraba hasta morir.
J. Plou
Después de tantos días con esta maldita tos,
y con dolor el viento oscuro y el recuerdo
llega hoy...
Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin destino fijo,
buscaba un resplandor definitivo,
y hoy llega tan delicada y tan bonita,
esta mañana...
Es la sorpresa por la claridad,
se acabaron las lluvias,
que lavaron el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.
Invisible quietud;
la brisa oreando con su melodía.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Donde llega el pensamiento
es en el mar del alma,
¡adoro este momento
con el aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
en el último oleaje, que es el mío!
J. Plou
En el campo el agua mustia
cae fina, lenta, leve;
con el agua cae angustia:
llueve.
Pues cuando la lluvia empieza,
caigo rendido, caigo enfermo,
para olvidar la tristeza,
duermo.
También el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve.
Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso...
J. Plou
Tuvimos muchos amos,
tuvimos hienas y reyes,
tuvimos burros y bueyes
y a todos los alimentamos.
Mejores o peores,
era lo mismo:
la bota que nos pisa,
es siempre una bota.
Lo que quiero decir:
no cambiar de señores,
sino, no tener ninguno.
Lo que hoy está arriba ya irá bajando.
Mas para los de abajo, esto significa
que hay que seguir empujando.
J. Plou
EL MENDIGO DE MI BARRIO
Era un oscuro ciudadano,
abandonado en medio de la ciudad,
despojado y marchito,
como el reloj de la iglesia,
sin otro oficio que vagar por las calles.
Era el familiar venido a menos,
adicto a las tabernas
y cómplice de bandoleros.
Su voz naufragaba en los escaparates,
y perdía la vista en los periódicos,
pero tenía los pies bien puestos sobre la tierra.
Tenía una celda reservada en las comisarías,
y solía bailar bajo la noche con su camisa blanca
y su ajada corbata.
Era un oscuro ciudadano,
extraviado por el mundo;
iba cogiendo colillas de cigarros,
y se peinaba hacia atrás,
para mostrar su noble frente.
Era un oscuro habitante; no era nadie;
en nada se distinguía de otro ciudadano;
tenía abuelas y parientes que se fueron.
era una ola entre todas las olas,
que se levantaba a las seis de la mañana
porque ya no podía oler el polvo de su casa.
Porque no era nadie,
estaba en medio de las calles,
girando como un organillero
con su camisa gastada,
mirándose la punta del zapato,
por si alguien quería darle una moneda,
aunque nadie le miraba al pasar
porque solo era alguien,
deteriorado por el hambre.
J. Plou
Tus manos, tan acariciadoras,
tan bellas, blancas y bienhechoras.
¡Sólo ellas son las que aman,
las que todo lo dan y nada reclaman!
¡Las que por aliviarme los dolores,
me sacan las espinas con amores!
Para el ardor ingrato de mis penas,
siento alivio con esas dos azucenas.
¡Cuando la vida deja mis carnes mustias,
son dos milagros apaciguando angustias!
Y cuando me acosan las maldades,
son alas de paz sobre mis tempestades.
Ellas son las celestes; las milagrosas,
porque hacen que en mi sombra florezcan rosas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son las únicas manos que tienen corazón!
Yo que llevo en el alma dudas escondidas,
cuando tengo la ilusión y las fuerzas caídas,
¡Tus manos aquí en mi pecho son,
como dos alas sobre mi corazón!
¡Tus manos saben borrar la tristeza!
¡Y perfuman con pureza!
J. Plou
Estoy sentado en un banco del parque,
pensando en ti, extraviado,
aquí reinventándome las palabras
al acorde de las horas,
paseo por tu jardín de alucinaciones.
Dime que me quieres pero no en tus notas,
no por teléfono dime que me quieres,
como en aquél pueblo dormida a mi lado,
dímelo suavemente sin remordimiento,
para ser como soy en el devenir del verso,
fantasma de tus desvelos ¿no me lo dices?
Quiero contarte mis insomnios,
caminatas por la hierba, me caigo y peleo,
pellizcando las noches al recibir tu mirada,
alumbrado apenas por tus ojos.
¿si no me dices que me quieres qué soy en tu vida?
cúrame con tus manos, pon tu imagen sagrada al sol,
para que naveguen mis páginas en letras.
Consuélame con el desconsuelo que no consuela
dime que me quieres o que no me quieres,
porque me ahogo, porque me quemo.
J. Plou
Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las montañas,
mientras nada me llene el corazón,
si no es tu imagen,
seguiré como ahora,
amada mía,
bajo este amor que crece y no se muere,
bajo este amor que sigue y nunca acaba.
J. Plou
Cuando los últimos ya deslucidos reflejos,
esconde tras los montes el agonizante Sol,
¿No oyes los lamentos que despiden a lo lejos
las brisas que agitan los tallos de la flor?
¿No escuchas, amor mío, los débiles rumores
de los pinos que estremecen los aires al pasar,
exprimiendo al crepúsculo los cálidos fulgores
y al impoluto río las aguas cristalinas?
¿No escuchas las notas de aquella melodía,
esos dulces cánticos de amor y de placer,
que inspiran en tu alma un torrente de poesía?
Pues mira: esos alegres y cálidos murmullos,
son de las frescas brisas,cánticos de amor;
son, alma de mi alma, piadosos arrullos
del espíritu amante que vuela hacia ti.
Por eso en esta hora de inquieta armonía,
el aromático ambiente me gusta respirar,
porque entre el rumor de las brisas, vida mia,
tus canticos a mi espíritu le parece escuchar.
J.Plou
Cae lluvia sobre mi pueblo,
por estas calles que camino,
enlodado hasta los codos.
Cae para que arrastre,
la miseria que respiramos.
Cae lluvia para refrescar la mañana,
para llenar pantanos,
para que se abran las noches,
para borrar mis huellas.
Cae lluvia como un sueño,
como un recuerdo no vivido,
como una tierna melodía.
Cae como una enfurecida ola,
para limpiar mis ojos.
lluvia que fecunda la tierra sin dolor,
es sustento de todo lo que existe.
Lluvia, peregrina del desierto,
cae como un rayo en mi camino,
cae y vuelve a caer,
para sentir el olor de la tierra,
para sentir el frescor de la hierba.
Pero cae sobre los bosques,
para oírte cuando pases
y humedece mi rostro en el camino.
Cae como un milagro,
tres días y tres noches.
Aquí te espero asomado a mi ventana,
desde aquí te veré llegar,
como una divina diosa.
J. Plou
Sobre el sofá, estoy, dormido,
andando en sueños oscuros,
confinado entre dos muros,
y condenado al olvido...
Al oler tu perfume, noto que has venido,
la mano toca tus senos duros,
y al roce con dedos inseguros,
se eleva mi cuerpo firme y decidido.
Enciendes en mi carne alegrías,
invitándome a dulces apretones
y abrazar tu contorno.
Hago tus cavidades mías
y tuyas son mis vibraciones,
con avance y con retorno.
J.Plou
En mi poema... creo a la mujer con palabras reales
y puras; con palabras de amor y de emoción:
dándole a la estrofa un ritmo con frases cordiales
y en la rima el merecido encanto y la ilusión.
Destaco su figura, neta, como el azul
del cielo, en la mañana florida:
y hago que el sol la bañe y la deje curtida,
que destellen sus ojos una luz encendida,
que me hagan temblar con ansia contenida,
con cándida mirada, llena de esperanza.
Así la creo, llena de vida...
J. Plou
¡Ay amor de mis amores!
Eres una mujer que compartes,
sabiduría, armonía y tus artes,
la más hermosa entre las flores.
Eres mujer con una llave
con la que abrir la alegría,
una mujer de fugaz sabiduría,
pacífica... de beso suave.
Y yo, tengo la suerte,
de formar parte de tu vida,
de tenerte y de amarte,
J. Plou
Cada día recorro calles sin prisas,
sin darme cuenta de mi decadencia,
pues no me doy cuenta de mi dolencia
y al final llego a casa hecho trizas.
'¡Qué bien estás!' me dicen con sonrisas
los compañeros de mi adolescencia.
y entonces con máxima paciencia,
les respondo con expresiones huidizas.
Las ganas de vivir son muchas,
aunque ya tenga listo el equipaje
y he soñado que voy de viaje.
J. Plou
Se filtró la simiente,
entre las piedras,
de aquel puente
y germinó floreciente,
una hermosa higuera.
Nació solitaria,
y sin quererlo,
nació en la pared.
La lluvia le cayó con fuerza,
y el sol, le quemó algunas hojas,
le azotaron los vientos,
el frío la congeló
y algunos quisieron,
que ese árbol que nació,
abandonara ese puente.
Pero la higuera, aguantó
agonizaron sus ramas,
su tronco, se le partió
y derramó en él su savia.
Pero llegó la primavera,
brotaron ramas nuevas,
y todos pudieron ver,
que la vida es luchar,
por seguir viviendo.
J. Plou
Educar es lo mismo
que construir una casa,
hay que medir, equilibrar
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que tener en el alma,
un poco de paleta,
un poco de arquitecto,
un poco de poeta
y un kilo y medio de paciencia.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que esa casa es ese niño,
que llegará lejos en la vida.
Soñar que ese niño,
llevará nuestra carga de palabras.
Soñar que cuando un día
estemos durmiendo,
otros seguirán nuestra enseñanza.
J. Plou
Cuando yo creía que la magia
de mi vida había acabado,
sumergido en la rutina de mis días
sin quererlo te he buscado.
Y sin quererlo te he encontrado,
radiante de luz, emanando ternura,
descubriendo anhelos olvidados,
y regalando sorbos de locura.
Y llegaste tú a mi vida
cómo una ráfaga de viento
o cómo un relámpago de fuego
a refrescar y encender mi alma.
Y llegaste tu . . .
a darle sentido a mis poesías,
a llenar mis noches de desvelo,
y alborotar mis sueño con fantasías.
Y llegaste tu . . .
a retroceder el tiempo,
a regar semillas de ilusiones
y de los más hermosos sentimientos.
Sí . . .llegaste tú a mi lado
y no te dejaré marchar
sin antes cosechar
lo que juntos hemos sembrado.
J. Plou
Le gustas porque sí. Sencillamente
si su corazón te quiere. Te diría
la palabra de íntima alegría
de lo que su alma siente.
Tal vez te quiera así. Simplemente
como el día quiere a la rosa
frente a la primavera floreciente.
Si te ama con sencilla transparencia,
con un amor apenas insinuado
y se vuelve silencio en tu presencia.
Con su dulce corazón herido
si no te dijera que te ama,
lo sabrías oyendo su latido.
J. Plou
Ser en la vida un vagabundo,
sin oficio, y sin pueblo.
Ser en la vida vagabundo...
sólo vagabundo.
Pasar por todo una vez,
una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie
a pisar el mismo suelo,
ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez,
una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Poetas, nunca escribamos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.
J. Plou
Si el camino fuera más largo
y siempre se repitieran,
los mismos pueblos
y si esta vida tuviera,
mil años de existencia;
¿Quién la soportaría?
si lees diez siglos de Historia
verás las mismas cosas,
siempre con distinta fecha.
Con los mismos hombres,
las mismas guerras,
los mismos tiranos,
las mismas cadenas,
los mismos farsantes,
las mismas sectas
y los mismos poetas!
¡Qué pena,
que sea así siempre,
de la misma manera!
J. Plou
¿Que es la dicha me preguntas?
Tal vez la dicha sea, otras cosas
cotidianas y hermosamente simples:
venir, como esta tarde, a recogerte,
a la salida del colegio, ¿sabes?,
y bajo el sol dorándose en tu pelo,
llevarte de la mano y sorprenderme,
de ver que ya me llegas justo al pecho
y de lo mucho que a tu madre te pareces;
pasear por el parque de los monos,
con el aire nuevo de la primavera,
alegrarme el corazón y la mirada,
cuando me cuentas que sacaste,
un nueve en Naturales y que Bea,
te ha invitado a su fiesta de cumpleaños.
Acaso la dicha, es... ¡como tú!,
una niña que se esconde
detrás de una caricia.
J. Plou
Si solo fuera porque a todas horas
tu cerebro se funde con el mío;
si solo fuera porque mi vacío
lo llenas con tus naves invasoras.
Si solo fuera porque me enamoras
a golpe de sonámbulo extravío;
si solo fuera porque en ti confío,
princesa de galácticas auroras.
Si solo fuera porque tú me quieres
y yo te quiero a ti, y en nada creo
que no sea el amor con que me hieres...
Pero es que hay, además, esa mirada
con que premian tus ojos mi deseo,
y tu cuerpo de reina esclavizada.
J. Plou
Volaron los años lo mismo que las aves.
Aquellos días tibios, serenos de la infancia,
son vagos brochazos sobre un sucio lienzo,
apenas han quedado, suaves, en mi memoria
algunas pinceladas de poca importancia.
Así la primavera pasó dejando sólo
alguna que otra flor, en las orillas del río,
un aroma de lluvia, unos charcos de agua.
Hoy, sentado en el umbral de cada tarde
bajo un cielo gris y azulado de mayo,
para olvidar que el tiempo tiene su prisa,
en los cálidos días de ayer hundo mis ojos,
como en los de un niño moreno y misterioso.
J. Plou
En la noche que te conocí
ninguno otro amor había,
¡Esta torta fue testigo!
¡Soñé que serías mía!
Fue hace años y hoy es el día,
fue un flechazo, ahora lo digo,
¡Esta torta fue testigo!
De tus labios escuché
la más dulce melodía,
todo en tu ser sonreía,
¡Esta torta fue testigo!
Todo cuanto yo soñé
de ti, lo tuve conmigo...
¡Esta torta fue testigo!
En tus ojos naufragué,
donde la noche cabía.
En mis brazos te oprimía,
¡Esta torta fue testigo!
Entre tus brazos me hallé,
luego hallé más tibio abrigo...
¡Esta torta fue testigo!
¡Tu fresca boca besé,
cuando del amor gocé
la vez primera contigo!
¡Esta torta fue testigo!
J. Plou
Hay algo en ti que no he conquistado;
como una sombra que no me pertenece,
algo que me perturba y me estremece:
una flor de amor que jamás he deshojado.
Es algo impreciso, atormentado;
noche que no se acaba ni amanece;
como mísero tormento permanece
entre la carne viva, arrinconado.
Algo entre la locura y el espanto.
como el grito que nunca llega,
dando paso a la tristeza y al llanto.
¡Oh trágico dolor que ahoga y anega!
Amor por quien suspiro y me levanto,
hay algo en ti que nunca se me entrega.
J. Plou
Si no te hubiera conocido,
ni noticias hubiera tenido de ti,
si ni siquiera hubieras existido,
dando palos de ciego en la noche
te hubiera buscado
y una honda nostalgia
caería sobre mí...
J. Plou
Si ahora pudiera ver
las montañas desnudas,
del pueblo que me vio nacer
la luz cayendo entre sus piedras,
a sus pies los almendros floridos,
el aire azul en torno de la casa
y al frente el Ebro, tranquilo.
Escribo en esta tarde, con la luz
que cae en mi terraza,
imaginando que estoy allí,
escribo hasta la noche inmensa,
en que no me sé si sueño
o estoy despierto,
porque mi mano, en el papel,
escribe vagamente palabras,
que dan testimonio inútil
de que tuve la felicidad.
Sólo porque en mis ojos,
puedo desde mi terraza,
hacer mover el aire en una tarde incierta,
porque fue una tarde imaginada.
Y así paso todas las tardes de mi vida.
J. Plou
Los poetas nos dicen con voz ofuscada
de estos años traspasados por el horror
que algunos personajes vuelven a negar.
¿Dicen bien los poetas su verdad impalpable?
¿Tendrán recuerdo cierto en sus versos?,
¿Seguridad sonora en sus ritmos?
¿Denuncian los poetas
a los magnates del mal y del oprobio?
No importa el detalle de sus nombres,
ni tono de piel ni color de uniforme,
ni cascos gorras o coronas,
ni discursos carroñeros,
ni deseos imperiales de lujo y poder.
J.Plou
Otra vez los tanques avanzan
sobre las calles de la ciudad.
Sus lomos de metal trasladan
la ira y el odio enrojecidos,
por el humo de la nueva guerra.
Bombardean sin compasión
lo que encuentran a su paso,
en un gesto de toda destrucción.
Nuevamente así los tanques,
raspando las aceras desnudas,
invadiendo con tenaz poderío.
Y nosotros desertificándonos,
de pie, sin más, ni aquí ni allá,
esperando la noticia del final.
J.Plou
Una chispa de luz en el cielo
una huella en la arena del desierto
una brizna de hierba en el bosque
una nota solitaria en el silencio.
Una lágrima en el río de la vida
una pompa de jabón en el aire
una nostalgia de polvo de estrellas
una casualidad llamada hombre.
Quién puede creerse alguien,
cuando todos venimos
del mismo abismo
y acabamos en el mismo sueño
el sueño de la nada.
J.Plou
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