De la cima del Moncayo he bajado,
al soto a las sombras, y frescura
donde sobre la hierva recostado
no siento ni pesares, ni amargura.
Y cuando el Sol abrasa en el estío
bajo a tomar la siesta al hondo río.
Se me acercan los pastores,
a contarme sus pesares;
porque en estas soledades,
conmigo ahogan sus ardores.
Se donde hay nidos donde canta
el ruiseñor su triste sentimiento,
con tan sonora voz que me encanta,
están abrigados contra el viento,
donde corre el arroyo claro, y donde
la cariñosa tórtola se esconde.
Mas en la noche el manto oscuro
no deja tregua al claro día.
Cuando se aparta el Sol mas puro,
vuelvo a mi casa en romería.
J.Plou
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