Eres el todo que me encadena,
que eleva mi tallo triunfal,
al bello bulbo de la azucena,
de una blancura nupcial.
Así también, alma mía,
del lodo de mi corazón,
emergió mi poesía,
de tu inmortal floración.
Cubriendo la herencia fiera,
por ti, he sido mercenario,
de la inmortal Primavera,
en un mundo imaginario.
J. Plou
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