
Mi sangre se me llena de un divino ardor,
en las manos noto un profundo hormigueo,
y oscuras nubes empañan mis ojos,
cuando acerco a tus sienes mis labios.
Todo mi ser se inunda de infinita ternura,
me fundo con el cielo y la luz de tu estrella,
con el tímido rumor de un arroyo tranquilo,
vuelve a mí el recuerdo de venturosos días.
¿Qué misterio celeste fluye entre tus venas?
¿Qué potente imán me lleva a tus labios?
¿Qué naves me llevan entre nubes y astros?
¡Derrotado y débil, como huracán perdido,
mi corazón se acelera y va hacia ti sangrando,
como un pájaro sordo, que va ciego volando!
J. Plou
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