Con un vendaval riguroso, oculto en el páramo sombrío,
los árboles se estremecen, sus ramas narran un frío,
bajo el crepúsculo violáceo, danza la sombra errante,
y en la ciudad en ruinas, se escucha un lamento distante.
Deplorable sonido del viento, atraviesa los muros caídos,
y el transeúnte, solitario, se une a los ecos perdidos;
el sol, como faro olvidado, baña las cúpulas doradas,
de mansiones que son testigos de glorias ya sepultadas.
Cada paso revela soledad, recintos vastos y fríos,
donde paredes, guardan graffiti de antiguos líos;
un arte excepcional, símbolos de fe marchita,
como el eco pasado de gente que ya no habita.
Las ruinas cuentan historias del invasor,
que convirtió en estériles las tierras de labor;
así el vendaval, riguroso, inunda cada rincón,
mientras la ciudad en ruinas me conmueve el corazón,
J. Plou
No hay comentarios:
Publicar un comentario