En la terraza, el poeta mira,
la tregua del cielo calma su pena,
agradece al mundo su paz serena,
y en versos su alma respira.
El amor abre las puertas sin ira,
nace sin sombra ni cadenas
y en su andar, la rutas están llenas,
del viaje irreal que al poema inspira.
En el vergel donde la musa espera,
se oye el eco de un bello canto,
cuyas letras él escribiera.
Oye la música con su rítmico encanto,
la vida es dulce y placentera,
con sueños eróticos de tanto en tanto.
J. Plou
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