Anoche soñé contigo, vida mía,
escribiendo quizás buscaba
la palabra para decir que te amaba.
Escribía, pero no se lo que escribía.
De pronto, sentí en mi cuello,
como se posaba dulcemente,
tu blanca mano sobre mi frente,
y resbalar una trenza de cabello.
Sentí sobre mis labios,
el soplo de un aliento blando,
abrí los ojos y encontré los tuyos
que me estaban mirando.
Pero estabas tan cerca que sentía
un muy plácido desmayo,
que como la luz de un rayo,
entraba tu alma hasta la mía.
Después, en mi frente,
un beso imprimiste,
y con dulce sonrisa me dijiste:
¡Me escribes y estás triste!
¿no sabes que eternamente,
siempre estaré contigo?
J. Plou
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