Oígo el oleaje, ¡cómo suena!
al llegar la tarde, ¡cómo arrebata!
la fuerza del viento se desata,
y el agua rueda sobre la arena.
Escucho poco a poco,
a una gaviota ingrata,
con su pesada serenata,
y hace que me vuelva loco.
Sólo tu voz consoladora,
me ablanda con celestial caricia,
y el amor a mi alma aflora.
Cántale a ese molesto viento;
que las olas, canten tu canción,
que yo seguiré con la pasión,
que apacigua mi tormento.
J.Plou
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