Los días y sus noches,
eran la espera de tu encuentro;
de tu incorporación a mí.
Mi sangre no sabía circular sola,
y la uní a la tuya, a ti,
con la alegría de amarte,
con el éxtasis de saberte mia;
del milagro de pertenecerte.
Ahora sí; ahora que no busco,
ni me busca nadie.
Porque tu voz llena de ecos mi vida,
y tu olor lo más profundo de mi alma,
sobre tu pecho se alimentan mis deseos;
por ti me recobro y aprendo, vida mía,
que es verdad que soy de carne,
que es verdad que gozo,
y sufro y grito porque soy tuyo...
J.Plou
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