Quise contemplar el amanecer.
Aún el cielo estaba en tinieblas.
las estrellas, se despedían.
Una brisa, me erizaba el vello.
Entonces:
La aurora apareció como un suspiro.
De repente:
La vía Láctea, se volvió azul,
pude oir como el viento suplicaba:
¡No te precipites!
El día caía en una mortecina quietud,
como las primerizas briznas secas,
de una lumbre recién encendida.
Y vi unas figuras extrañas en el horizonte
Y me vino al pensamiento,
que algo así, era fruto de mi imaginación.
Pero ahora lo veo por todas partes:
al borde del camino,
en la flor del almendro,
en el avellano,
al final de la tarde,
en el alba, aquí y allá.
En cambio:
Desaparece el rumor del aire,
en el jardín, en la arboleda...
J.Plou
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