Se alejaron las aguas, sin embargo,
al paisaje lo arrasaron a su paso;
se desnudó el cielo en el ocaso
y la pasión se convirtió en letargo.
Con mi amante en un remanso,
ella yacía exhausta a mi lado,
en un banco frente al prado,
nos hallábamos en descanso.
Una fresca y suave brisa amena,
coqueteaba en la base de una loma,
y se percibía el agridulce aroma,
de jazmin y hierbabuena.
El sol naciente iluminó el lecho,
y al tomarla entre mis brazos,
noté placer sobre mi pecho...
J. Plou
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