
Amo a una mujer de rubia cabellera,
como en un lago me hundo en su rostro,
en su vientre mi frente rema con lentitud
palpo muerdo acaricio volúmenes sedosos,
el amor que nos damos es de noche en la noche
en rotundas crudezas la cama nos reúne,
se levantan columnas de olor y de respiros.
El pensamiento ha huido de nosotros,
se juntan nuestras manos como almas felices.
Está la mente quieta, como apagada, inmóvil,
las horas se derriten, los minutos se agotan
no existe nada más que un inmenso placer.
Placer… tu cara resplandece entre nubes.
Se oyen los gemidos de la carne incansable.
En un instante oí la mitad de mi nombre,
saliendo repentino de tus labios rosados.
En la luz pude ver la expresión de tu cara,
que parecías otra mujer en aquel éxtasis
Siempre me abandono ante tu figura.
Ebrio, hechizado, lleno, loco por el morbo.
De nuevo en una habitación estamos juntos.
Desnudos estupendos cómplices del amor.
J. Plou
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