En el baile, entre risas y música,
mi ser se volvió un extraño sin guía,
hasta que su mirada se cruzó con la mía
trazó un camino de luz que purifica.
El tiempo detuvo su danza rítmica,
las almas fusionadas, en armonía,
encendieron el fuego cierto día,
un amor que arde con fuerza crónica.
Arde el amor, consume lo fugaz,
el mundo externo es intrascendente,
sólo queda el instante de paz.
En ese rincón, el alma es valiente,
bailando al compás de un único ritmo,
donde el corazón late, siempre ardiente.
J. Plou
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