En la vasta tela del universo,
la esperanza debe hacerse verso,
en un mundo tejido por el amor,
en su esencia, en su fulgor.
La conciencia, espejo del alma,
construye la poesía que nos llama,
en cada susurro, en cada latido,
su metafísica es el hilo querido.
Mis poemas flotan en la bruma del sueño,
transcribiendo susurros de anhelos y empeños,
los ecos del pensar en noches de calma,
donde la conciencia se aferra al alma.
¿Acepta lo mecánico esta luz sutil,
la luna que juega, que viene y va, febril?
Es un juego de sombras, un rito divino,
un baile eterno entre el cielo y el destino.
La identidad busca en su grato reflejo,
la razón del deseo, la luz de su espejo,
un ciclo infinito de amor y desvelo,
donde todo es posible bajo el vasto cielo.
Así, en cada acto de pura creación,
la poesía se erige como liberación,
un viaje profundo hacia la verdad,
donde la conciencia tiene su eternidad.
J. Plou
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