
Mi piel es una sensible corteza,
llena de inviernos y de cicatrices;
que entierran más profundas mis raíces,
para sorber de la tierra fortaleza.
Despojada de hierbas y maleza,
se quema mi piel en rojos tapices
y crepitan tristes o felices,
logrando en la rojez su pureza.
Savia, que en mis venas circula;
frutos que la vida no me niega
y a mi cuerpo lo estimula.
Mientras su cosecha siega el segador
y el cierzo arranca la hoja de la amapola,
yo escribo un soneto con todo mi amor.
J. Plou
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