En danzas que el destino ha enlazado,
un sonido ajeno vibra en mi interior,
mientras los ecos marcan su rigor,
mi cuerpo sigue un paso desenfrenado.
Tu voz, espejo dulce, me ha llamado,
y en el bolero hallé mi propio ardor,
mas en la sala resuena con amor,
un compás que jamás hemos bailado.
Tus pasos a los míos se parecen,
las notas que escuchamos ahora mismo,
son melodías que nunca he escuchado.
Así en silencio, nuestras almas crecen,
cierras los ojos para no ver,
lo mal que bailo, y te piso sin querer.
J. Plou
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