
En el mágico mundo de PortAventura,
bajo un cielo azul, risas en locura,
mi mujer y yo paseamos al compás,
descubriendo alegría en cada lugar que vas.
En el viejo oeste, un rincón encantado,
encontramos unos niños, en un lugar sagrado.
El primo y la prima, con miradas brillantes,
sus madres sonriendo, momentos radiantes.
Entramos a la sala, el juego empieza,
un aire de competencia, una chispa traviesa.
Hockey sobre mesa, la batalla se armó,
con palas en mano, la emoción estalló.
Seis a cinco la cuenta, los pequeños, triunfantes,
con risas desbordantes, sonrisas vibrantes.
Las caras de satisfacción, como un sol naciente,
reflejaron la alegría, haciendo todo presente.
Así fue el día, lleno de diversión,
en el corazón llevamos esa conexión.
Entre juegos y risas, la vida se siente,
en PortAventura, donde el amor es latente.
J. Plou
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