¡Qué penetrantes son los atardeceres!
¡Penetrantes hasta el dolor!
porque hay deliciosas sensaciones
donde lo vago no excluye lo intenso;
y no hay linea más recta que la del Infinito.
¡Qué delicia dirigir la mirada
en la inmensidad del cielo y el mar!
¡Soledad, silencio incomparable!
una vela pequeña tiembla en el horizonte
y en su pequeñez imita mi existencia,
monótona melodía de las olas,
todo piensa en mí y yo pienso en todo:
en la magnitud del mar que me hace soñar...
J.Plou
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